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T r i b u n a c h i l e n a

Chile: el antifascismo es insuficiente

por Andrés Figueroa Cornejo (Chile)

Como deforestación económica camino a  la incertidumbre más agobiante, el precio del cobre (que junto a la explotación de la madera y los productos marinos y sus derivados, respectivamente, corresponden a las materias primas que sostienen la economía chilena en la división internacional del trabajo impuesta por los Estados corporativos centrales) sostiene su caída en los mercados del mundo, destruyendo fuerzas productivas incesantemente. A la fecha, ya han cerrado 120 pequeñas faenas mineras asociadas a la producción cuprífera. Más de 2500 trabajadores han quedado en la calle y en muchas minas los salarios se han reducido a la mitad. El derrumbe del precio del metal rojo y el molibdeno debido a la contracción de la demanda internacional, especialmente China, impacta negativamente en el 72 % de la industria privada del cobre, y en el 28 % que queda de la estatal Codelco. Esta última, el 2006 ofreció 8.481 millones de dólares al Fisco; el 2007, 7.927 millones de dólares; y el 2008 se calcula que terminará por entregar apenas 5.000 millones de dólares al Estado. Las medidas de Codelco –tan brutales como las de las mineras privadas- ya imponen el congelamiento de la planta laboral, las asesorías y los contratos a honorarios. Asimismo, Codelco está revisando, para su reducción, los contratos con proveedores y empresas de servicios que emplean a 30 mil asalariados subcontratistas.  La lucha por la estabilidad laboral y el mantenimiento del poder de compra de los salarios se impone como orden del día para los trabajadores del sector.
 
2.
Alrededor de 1 millón doscientos mil empleos (directa e indirectamente) dependen de la industria de la construcción, es decir, casi un 15 % de la fuerza laboral del país. En octubre pasado, la Asociación de Desarrolladores Inmobiliarios calculó que hacia abril de 2009, 150 mil puestos de trabajo desaparecerán ante la contracción de la demanda habitacional producto de la inflación (casi 10 %), las dificultadas para obtener crédito, la inestabilidad laboral de los asalariados de todos los segmentos, y la incertidumbre que gobierna las relaciones objetivas y subjetivas para las grandes mayorías. Un pobre paliativo para contrarrestar simbólicamente la sobreproducción inmobiliaria ha resultado el subsidio gubernamental vía empresas inmobiliarias, de 200UF con el fin de que láminas medias de la población accedan rápidamente a la compra de viviendas de entre mil y 2 mil UF (32 mil a 75 mil dólares, cuando el salario mínimo es de 237 dólares mensuales, y el salario promedio es de 417 dólares al mes).

Según la Corporación de Bienes de Capital, se han paralizado 17 grandes proyectos inmobiliarios, correspondientes a 1.862 millones de dólares en inversiones irrealizadas. Mientras tanto, la patronal planifica y mandata al ejecutivo concertacionista hospedado transitoriamente en La Moneda a imponer mayores niveles de flexibilidad laboral, baja de salarios, aminoramiento de tributación de las empresas, más privatizaciones, y jibarización del gasto público y fiscal. La burguesía transnacionalizada y rentista que dirige todavía los destinos de Chile pretende hacer pagar la cuenta de la crisis capitalista al conjunto de los trabajadores del país, ya en mal estado antes de la crisis.

La organización política del trabajo para enfrentar la embestida del capital abandona las bibliotecas y los empeños testimoniales, y se convierte con extraordinaria vigencia en el camino único de, primero resistencia, y luego ofensiva necesarias para bascular las desigualdades ominosas que ya se profundizan más, en tanto se despliega la crisis en un Chile apenas blindado por la retórica exitista del gobierno y fracciones patronales.
 
3.
Un aviso publicitario de media página de la empresa de externalización del pago de remuneraciones PayRoll aparecido en un matutino nacional, ofrece sus servicios al empresariado con brutalidad explícita y letras gigantes: “Cuando pague sueldos, no pague de más”.
 
4.
En tanto las huelgas de diversas áreas económicas aumentan su número, frecuencia y tonelaje, los empleados fiscales, tras movilizaciones multitudinarias, obtuvieron la actualización del precio de sus salarios respecto de la inflación acumulada (casi un 10 %). Independientemente de que el reajuste se vio fortalecido por variables asociadas a que los recursos beneficiaron no sólo a los trabajadores efectivamente movilizados, sino también a los funcionarios de las Fuerzas Armadas, carabineros, diputados, senadores y autoridades ministeriales; lo cierto es que los empleados fiscales dieron señales de unidad desde abajo, presionaron como un solo empeño a las burocracias sindicales para evitar los acuerdos a puerta cerrada (al estilo Arturo Martínez, Presidente de la Central Unitaria de Trabajadores y virtual co ministro del Trabajo) que dañaran sus demandas.

Los patrones organizados en la Confederación de la Producción y el Comercio no dejaron de vitorear sobre la inconveniencia de otorgar un reajuste a trabajadores en lucha debido al “negativo” ejemplo para el resto de los asalariados. Sin embargo, si bien los empleados fiscales no obtuvieron un aumento real en sus salarios, la voluntad de organización y unidad demostrada de abajo hacia arriba brilla decorosamente cuando ya se asoma la última hoja del calendario  2008 y se advierten complejas expectativas para los trabajadores durante el 2009. 
 
5.
En la política gastada, añosa, repetida y antipopular de los de arriba, las cosas marchan previsiblemente ante el desinterés generalizado de los chilenos. Una vez más, el golpista y archiadversario de Salvador Allende durante la Unidad Popular y primer Presidente de los gobiernos civiles post dictadura, el demócrata cristiano Patricio Aylwin, notificó a la periodista Raquel Correa de El Mercurio que “yo espero que surja un candidato de la Concertación capaz de ganarle (a Sebastián Piñera, candidato presidencial de la derecha histórica que lidera todas las encuestas), pero…luego de 20 años de gobierno espero que haya renovación. (…) Tantos años en el poder producen acostumbramiento. Se dan a conocer cosas incorrectas (¿corrupción, descomposición?)…Se crean máquinas. Tanto tiempo la misma gente. En la historia de Chile no ha habido una coalición que haya gobernado 20 años seguidos. (…) No sería un desastre que Piñera fuera Presidente.” A sus 90 años, Aylwin es presa de la peste del olvido. Parece no recordar su participación protagónica en la conspiración de los patrones y el imperialismo norteamericano en la destrucción de la “vía chilena al socialismo” en 1973. Lo que sí recuerda perfectamente son los intereses de clase que representa Sebastián Piñera, que en poco o nada se diferencian a los de la Concertación en pleno derrumbe.

Por su parte, es posible avizorar una primaria preelectoral de la Concertación entre los ex presidentes Eduardo Frei Ruiz Tagle (DC) y Ricardo Lagos Escobar (PPD y fracciones del PS). Mientras tanto, Sebastián Piñera cocina un eventual gobierno compartido con la ultraderechista UDI, ofreciendo cargos y gabinetes por doquier a cambio de erigirse como el candidato único de la derecha histórica.
 
6.
La izquierda tradicional hace gala una vez más de su impronta antifascista, que no anticapitalista. Además del precandidato presidencial del Partido Comunista, Guillermo Teillier, corren el senador Alejandro Navarro del MAS, Tomás Hirsch del Partido Humanista y recientemente, Jorge Arrate (uno de los responsables principales de la derechización del Partido Socialista en el exilio durante la dictadura militar) proclamado por una facción del PS. Salvo Hirsch, que en la elección pasada no votó en segunda vuelta por la candidata de la Concertación (cuestión que todavía no se ha aclarado para la elección de fines de 2009), los demás, franca o implícitamente, luego de la primera vuelta, votarán finalmente por el probable Ricardo Lagos Escobar. El mismo mandatario que privatizó hasta el borde costero,  firmó  Tratados de Libre Comercio asimétricos, consolidó el aperturismo económico dependiente y  dejó al país con una minoría privilegiada supermillonaria contra una mayoría nacional cuya brecha en la distribución de la riqueza nunca en la historia republicana fue más sideral.

En el Chile de la primera década del siglo XXI no se está al borde de ningún golpe militar, existe un consenso profundo de ambas expresiones políticas del bloque en el poder en la representación de los intereses del imperialismo y la burguesía en el país; y tanto la Alianza por Chile, como la Concertación garantizan con diferencias indistinguibles la reproducción del actual modelo de acumulación y dominación del capital. Sin embargo, la izquierda tradicional con objeto de acceder a potenciales negociaciones programáticas y/o repartición de prebendas estatales, ha convenido votar nuevamente por la Concertación o “contra Piñera”, esgrimiendo ante el electorado, como ya resulta histórico (salvando la primera parte del período de la Unidad Popular), el “todos contra el fascismo”.

Puesto el eje en matrices antifascistas y vagamente redistributivas en plena democracia burguesa, cuando  los trabajadores y el pueblo recién comienzan su recomposición necesaria, de esta manera, en rigor no se hace más que fortalecer el paradigma hegemónico que lleva 35 años arriba. ¿Qué ocurre con la independencia de los intereses de los trabajadores y el pueblo y la imprescindible construcción del sujeto político e histórico capaz de transformar la sociedad en términos sustantivos? ¿Hasta cuándo se hipotecará el nuevo proyecto histórico anticapitalista? ¿Todavía existe la convicción, considerando el desarrollo de las fuerzas productivas y la calificación de amplias franjas de trabajadores y pueblo, de que los patrones son necesarios y es indispensable en la fase tardía del capitalismo continuar construyendo alianzas con fracciones de la clase privilegiada?

El antifascismo es materia esencial de los intereses de los trabajadores y el pueblo, pero totalmente insuficiente si no se busca la emancipación social. Una vez más, el parlamentarismo burgués para la izquierda tradicional funciona como estrategia y no como táctica auxiliar en la construcción del contingente popular organizado para derrotar la infamia, las injusticias multidimensionales del capitalismo y abrir las posibilidades de un gobierno y un Estado de contenidos democrático populares. Ni el posibilismo político, ni la desesperación maximalista pequeño burguesa  han comportado horizontes de victoria para los intereses de las grandes mayorías. Al respecto, la historia habla de modo difícil de cuestionar.
Noviembre 24 de 2008

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