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T r i b u n a c h i l e n a

Los dos Allende

Tras la impresionante avalancha mundial de actos  conmemorativos de los cien años de su natalicio, surge  la sorprendente condición de símbolo universal que encarna la figura del Presidente Allende ¡mucho más que en el Chile mismo!, donde además se exponen las imágenes de por lo menos dos Allende en apariencia complementarios, pero en realidad muy diferentes.

En efecto, en Chile el poder político ha erigido un mito y una estatua que suplantan al personaje histórico con parcialidades de sus virtudes y defectos, de aciertos y errores, para  terminar estructurando  un mito heroico ajeno al personaje histórico y a la realidad social.

Es el Allende humanista pero no revolucionario; el hombre bien intencionado pero no combatiente; el honesto y consecuente luchador social, pero sin explicitar contra quiénes; el hombre que dedicó su vida a trabajar por el bienestar de los pobres, pero sin mostrar  el cómo; el que desde joven se interesó por la salud colectiva, pero sin mostrar las propuestas de derecho universal, el carácter anti mercantil, etc., etc. En suma, un presidente que termina inmolándose ante una realidad adversa tan grande como su nobleza e hidalguía.

Ni una palabra sobre sus actos mayores, como la nacionalización del cobre, cuya actual marcha atrás alcanza ya a los dos tercios, y mucho menos  que las ganancias de las grandes trasnacionales del cobre hoy serían más que suficientes para hacer desaparecer la miseria y financiar salud y educación total para todos los chilenos. Nada sobre la libertad de prensa durante su gobierno, reemplazada hoy por la "Unanimidad de prensa" alcanzada por el  gobierno mediante el duopolio que financia y la liquidación de toda otra prensa, en términos que no logró ni siquiera la dictadura. (Fortín Mapocho, Rocinante ,etc).

La práctica política del poder ha operado destruyendo las realizaciones de ese Allende, suplantado por el otro Allende, heroico, bien intencionado y valiente, pero equivocado, cuyos errores ha tenido que corregir el poder convergente.

El balance de tales acciones  correctivas no puede ser más claro: 

Los "demagógicos" avances en igualdad del gobierno  de aquel Allende se han corregido con un eficaz control de la sociedad  (también  de los salarios) y la inversión extranjera que había huido  ha vuelto en gloria y majestad,  disminuyendo la cesantía al incorporar los refuerzos de lobbistas y gestores y  a su escuadrón trasnacional. 

En materia de pluralismo, a nadie se le habría ocurrido que durante su gobierno el presidente Allende develara estatuas de algún golpista fallecido, como ahora se anuncia con las de Guzmán, el teórico de la dictadura.

Las privatizaciones actuales compensan con creces las estatizaciones allendistas en formas transparentes y hasta creativas como lo  ejemplifica  el paradigmático  caso del "Banco del Estado" que cambió a "Banco Estado", en uno de los mayores y desinteresados aportes intelectuales del neo allendismo.

O el importante trabajo voluntario allendista, superado con creces por las asesorías, que se realizan en forma tan abnegada, que hasta diplomáticos, desde el exterior, las ejercen discretamente, por control remoto. Y suma y sigue.

Hay pues, toda una ética "renovada" que "generosamente" corrige unos "errores" e ignora otras virtudes de Allende y del allendismo, reduciéndolas a mitos y estatuas inofensivas, sin inspiración ni vuelo en la memoria.

Con ello se destruye la verdad histórica, se borra al Salvador Allende real, al luchador social, al compañero, certero pero no infalible, al militante forjador de la unidad de la izquierda, al que encabezó ese vasto y original movimiento social que pretendió el tránsito pacífico al socialismo, que rechazó el reparto del mundo en zonas de influencia que la guerra fría adjudicaba a las grandes potencias, que lanzó la más grande ofensiva gubernamental por la igualdad y la justicia social, que desde la aislada pequeñez territorial con audacia política y moral, se atrevió a denunciar, demandar justicia y enfrentar al imperio  transitando por caminos nacionales propios, originales y soberanos.

Este Allende que vuelve es el nuestro. Queremos recuperar  al hombre socialista, no el mito, como deber y como necesidad, tarea en la que hasta hechos aparentemente menores pero altamente simbólicos y significativos ayuden a separar las aguas  de las confusiones inducidas.

En 1970 ya confirmado el triunfo electoral, no fue casual que  el primer acto del triunfante candidato Salvador Allende fuera dirigirse a la Nación desde el local de la Federación de Estudiantes. Hoy, los estudiantes son desalojados por acción policial de la casa de su Partido Socialista en una acción que tampoco es casual y que ha evidenciado una línea separatriz entre los socialistas que sufren y/o que rechazan la torpeza anti socialista y los que la aplican , línea separatriz que es la misma que separa a los dos Allende.

Este Allende que vuelve es el nuestro. Y no toleramos que en tanto se le conmemora con una mano con la otra se le traicione utilizando la represiva policía en contra de esos mismos estudiantes  Ni santos laicos,  ni santones, no queremos invenciones infalibles ni  estatuarias, queremos recuperar , al verdadero Allende que en este aniversario se alza como una  figura universal.

Es el Allende que  sigue presente en las luchas  políticas, éticas y justas, con todas sus virtudes y errores, pero humano.- y que sigue volando en la memoria, para ocupar su lugar de siempre en la larga marcha en contra de la injusticia, la desigualdad y la hipocresía.

Rogelio de la Fuente Gaete

 

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