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Prostitutas esclavas

Prostitutas esclavas El actor chileno saborea su primera vez desde Buenos Aires. Aquí habla de su experiencia debajo de las tablas, de los nuevos proyectos y del tráfico de mujeres en el norte de Argentina.



Nación Domingo

Nancy Garín (Buenos Aires)

Hace tres décadas, el artista Patricio Contreras vino a Buenos Aires. Su traslado no se debió a razones políticas, sino que obedeció a las condiciones que el mundo de la cultura ofrecía al otro de la cordillera. Hoy es un consagrado actor que disfruta de sus éxitos y divide su tiempo en proyectos teatrales argentinos y producciones cinematográficas chilenas. Todos los años de experiencia y el prestigio construido en el país transandino, hicieron que una de las dramaturgas más importantes de la escena porteña actual, Susana Torres Molina, lo llamara para hacerse cargo de la dirección de “El manjar”.

–¿Cómo has vivido esto de trabajar la obra de una mujer y en una temática de género?

–Fue una provocación de Susana Torres Molina. Yo estaba trabajando justamente en una obra dirigida por ella y me lo planteó. Pensé que era una muy buena oportunidad de asumir algo que nunca había hecho, algo en lo cual me había hecho el distraído. Ha sido arduo, un descubrimiento más conmovedor de lo que imaginaba, porque es lo más parecido, supongo, a la maternidad. El cambio de ser actor dirigido por ella, a ser director de una obra suya, evidentemente que era una prueba, porque además su mirada me importa mucho. Lo de la temática tampoco lo tomé desde el punto de vista exclusivamente de género. En el teatro uno indaga sobre las conductas humanas, y en este caso es una indagación sobre la prostitución esclava. No necesité meterme demasiado a fondo, y tampoco me pareció que debía hacerlo. Además, justo coincidió que en los medios comenzó a salir muchísima información sobre esto.

–¿Cuáles fueron las dificultades en este nuevo camino?

–Las muchas cosas que hacen parte de dirigir y que no son exactamente vinculadas a lo artístico, como el tema de conseguir los actores, la escenografía, obtener publicidad, plantearles hoy en día a los actores que trabajen en cooperativa, etc. Pero luego de todas estas dificultades, ver nacer algo es maravilloso.

–Has pensado, ahora que ya hiciste tu primera incursión en dirección en la dramaturgia?

–Tengo una obra escrita hace 24 años. Es sobre la maternidad y paternidad asistida, pero en los años 30. Es una historia que me contó Delfina Guzmán. La escribí en el tiempo en que Leonor estaba embarazada de Paloma. Mira qué loco cómo una competencia con ella. Pero lo mío es basado en la realidad, no funciona mucho lo de la ficción, son cosas de mi propia experiencia...

–¿Dónde te sientes más cómodo: teatro, cine, TV?

–Sin duda en el teatro. El teatro le pertenece al actor. En él puedes desarrollar el personaje, lo vas construyendo. Hay una continuidad de tiempo que te lo permite. Vas manejando una ruta, tú lo manejas. En el cine eso no te pertenece, le pertenece al director.

–Además de la obra, ¿en qué otros proyectos has estado trabajando?

–Acabo de terminar la filmación sobre el caso Berríos. Yo hago el papel de un periodista que tiene su hermano desaparecido y que se mete a investigar sobre esto. También se estrenará en abril la película “Fiesta patria”, de Luis Vera, donde mi personaje es un bohemio, romántico, socialista, nostálgico. Además, se estrenara este año en el Teatro San Martín de Buenos Aires la segunda obra en que haré de director, que es “Dejadme sangrar”, de Benjamín Galimeri.

–¿Te gustaría hacer teatro en Chile?

–Me encantaría, pero el tema es que hacer teatro implica mucho tiempo y yo tengo mi casa aquí. Y ya soy una persona grande, por lo cual estar mucho tiempo fuera de mi casa me resulta difícil. Estoy justamente viendo un proyecto con Alejandro Goic, uno unipersonal, una idea que veníamos conversando hace un tiempo con él, Pablo Dittborn y Patricio Fernández. Veremos qué pasa, pero creo que puede resultar. LCD

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