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T r i b u n a c h i l e n a

El asesinato de Saddam Hussein y La Pax de Bush: Crónica de un crimen anunciado

por Rafael Araya Masry
Finalmente, Saddam Hussein ha muerto en la horca producto de un juicio impuesto por una fuerza militar ocupante y desprovisto de toda legitimidad a los ojos de la comunidad internacional. No vamos a hacer una defensa del ex mandatario iraquí, porque está fuera de toda duda que tal vez le hayan sobrado méritos para hacerse acreedor de la pena de muerte, pero no es ése el punto en discusión. Lo que está en tela de juicio es si en un país invadido, donde las víctimas civiles producto de esa invasión sobrepasan las 650.000, en donde se ha llevado a una nación a una guerra civil de futuro cruel y aún incierto, se está o no en condiciones de ofrecer garantías para la realización de un juicio justo, imparcial y objetivo.
Parece que la premura de George W. Bush por llevar a cabo el asesinato de Saddam pudo más que su tan pregonado discurso de "llevar la democracia y la libertad allí donde sea necesario". Y se montó una farsa jurídica y moral para encubrir oscuros designios imperialistas.
Fueron innumerables los organismos internacionales de Derechos Humanos que denunciaron esta atrocidad. Amnesty International, Human Right Watch -por citar a las más connotadas- bregaron para que el ex presidente de Irak fuera juzgado por un Tribunal Internacional constituído al efecto, utilizando para ello el modelo del que se constituyó para llevar a juicio a los criminales de guerra de la ex Yogoeslavia. Pero los EEUU se negaron sistemáticamente a utilizar cualquier medio jurídico que no fuera una Corte "convenientemente" designada, con un barníz de legalidad que guardara las apariencias. Pero esto simplemente significó dictarle los nombres de los jueces al gobierno títere iraquí, aquel cuya estabilidad depende exclusivamente de la presencia de tropas extranjeras en su territorio. Es decir, ¿dónde está la diferencia cualitativa respecto de los tribunales del propio Saddam para con sus opositores?.  Porque tampoco el juicio pudo ser seguido en directo a través de los medios de comunicación, y se prohibió expresamente transmitir imágenes o audio sin editar del juicio que se llevó adelante.
Esto nos indica claramente la intencionalidad del gobierno norteamericano de evitar que salgan a la luz los aspectos más ruines y oscuros del régimen iraquí de Saddam Hussein. Aquellos que dicen relación con el aprovisionamiento estadounidense de armas químicas, de material de guerra prohibido, elementos todos provistos más que generosamente por los EEUU durante la cruenta guerra Irán-Irak en los años 80. De ahí vienen esas imágenes de un Donald Rumsfeld saludando con suma cordialidad al ex presidente de Irak. Es decir, el gobierno norteamericano arriesgaba demasiado si accedía a un juicio verdaderamente justo. Era demasiado aquello a lo que se exponía si Saddam tenía la oportunidad de abrir la boca ante el mundo, sin censura previa.
Es una nueva muestra de la barbarie de la potencia invasora en Irak. Aquella que nos dice que el mundo es hoy más seguro sin Saddam Hussein, mientras negocian de cualquier forma un plan de retiro de tropas ante un fracaso tal vez más apabullante que el de Viet Nam. Porque las conclusiones de la Comisión Baker respecto al curso de la invasión a Irak han sido simplemente lapidarias para el régimen de Bush, ya que incluye la expresa indicación de iniciar urgentes negociaciones con los gobiernos de Irán y Siria -acérrimos enemigos del presidente norteamericanos e integrantes del denominado "eje del mal"- como una forma de garantizar la paz y la integridad territorial iraquí.
Conclusión: a Bush le quedan aún dos años de gobierno en EEUU. Es decir, nos encontramos ante un "pato cojo" peligroso, armado hasta los dientes, resentido por los escasos resultados de su "cruzada" antiterrorista y desesperado por demostrarle al mundo los beneficios de su tan pregonado método de la "guerra preventiva". Es decir, los peligros que se ciernen sobre distintas regiones del planeta mientras dure el gobierno de Bush, son siempre inminentes.
No nos olvidemos que Irán no ha sido bombardeada sólo por la aplastante derrota que sufrió el régimen sionista israelí a manos de Hezbollah en el Líbano, verdadera antesala y globo de ensayo de la guerra que se iniciaría en contra del régimen de Teherán.
Por eso las alertas deben estar más encendidas que nunca. Un animal atrapado puede tener cualquier tipo de reacción, menos lógica. Perdido por perdido no vaya a ser cosa que al presidente norteamericano se le ocurra tirar del mantel y dejar "tierra arrasada".
Es ahí donde el mundo debe estar insomne y alerta, el peligro es demasiado grande como para permitirse una nueva aventura militar norteamericana en otro lugar del mundo.
Tal vez no sean muchos los que lamenten la muerte de Saddam Hussein. El gobierno libio ha sido el único que, en una actitud de independencia, orgullo nacional y soberanía, ha decretado tres días de duelo por el "ajusticiamiento" del ex mandatario iraquí. A lo mejor, las familias de las víctimas de Saddam encuentren ahora un poco de consuelo ante las arbitrariedades de que fueron objeto durante su gobierno. Pero sobre lo que no pueden quedar dudas -una vez más- es sobre el hecho de que la soberanía de los pueblos no puede ser apabullada obedeciendo a intereses espurios, a mezquindades económicas y a los caprichos mesiánicos de un ex alcohólico que se siente con el deber "divino" de aplastar manu militari a cualquiera que se cruce en el camino de sus oscuros designios. Irak renacerá de sus cenizas.

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