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Pobres niños trabajadores

Pobres niños trabajadores La muerte de Christopher Pérez dejó en evidencia cómo los menores están más expuestos a abusos y riesgos que los adultos cuando la pobreza los obliga al trabajo.



José Miguel Jaque
La Nación

Christopher Pérez iba a cumplir 16 años mañana. Aún no tenía la edad que exige la ley para trabajar, pero llevaba más de dos semanas contratado por una constructora a cargo de un condominio en Puente Alto.

Para hacerlo necesitó autorización de su padre. Le dijo que quería dejar el colegio este año y retomarlo el próximo. Éste accedió, pese a que la ley estipula que no debía dejar de estudiar. Antes de recibir su primer sueldo, un brazo de la grúa retroexcavadora le cayó encima. “No se cumplió con todas las medidas de seguridad”, apunta el fiscal de Puente Alto, Claudio Orellana. De hecho, la Seremi de Salud suspendió las faenas en el lugar hasta que la empresa no presente un plan de trabajo con las disposiciones de seguridad suficientes para evitar que se repitan este tipo de accidentes. Para Christopher, ya es tarde.

El Centro Comunitario Infanto-Juvenil de Pudahuel acoge a niños de esa comuna que llevan impregnada la pobreza. Muchos de ellos trabajan desde pequeños. Su directora, Karina Santana, les comentó sobre el caso de Christopher Pérez para que lo debatieran. Algunos sabían de él por la tele.

“Ellos tienen conciencia de dónde están situados y saben que no es lo ideal que trabajen”, dice la asistente social. “Pero dicen que trabajan porque son pobres y porque tienen que asumir esa realidad que les tocó”.

La mayoría de los niños sobre 12 años que asiste al centro ha tenido alguna experiencia laboral esporádica.

Tal como en el caso de Christopher Pérez, la seguridad no está certificada. “Ayer me decía un niño que a veces tiene que descansar porque le duele el corazón cuando carga mucho peso”. Ésa es la realidad de Jairo, de 10 años, quien trabaja de cargador en la feria.

En este caso, Karina Santana dice que la medida de seguridad la asigna el propio niño. “Dice ‘esto me duele, entonces no lo hago’. En el caso de Christopher, uno se da cuenta que hay adultos responsables que no tomaron las medidas necesarias para que el niño no asumiera un riesgo que no corresponde para ningún ser humano”.

Héctor Rojo, encargado del Programa Comunitario de Apoyo y Acogida a Niñas y Niños Trabajadores de la Vicaría para la Pastoral Social, dice que al desempeñarse en el ámbito informal, los menores están más expuestos. “Por eso trabajamos con ellos el tema del autocuidado. Si han asumido el hecho de trabajar, tienen que ver que ese trabajo no se transforme en una explotación o autoexplotación”.

Para Rojo, la inseguridad laboral de los niños pasa más por la edad que la labor misma. “La edad los condiciona porque no debieran trabajar y están al margen de la ley. No están reconocidos como trabajadores”.

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